La exposición La ventana y el espejo presenta una cuidada selección de 41 espectaculares pinturas de Karin Kneffel (Marl, Alemania, 1957), que recorren los últimos años de su trayectoria artística, y dan fe de su sugerente estilo y obsesión verista por los detalles.
La pintura de Kneffel, inquietante y capaz de sublimar la realidad que nos rodea, se caracteriza por la calidad técnica. El realismo, próximo al hiperrealismo, sobresale en su obra, que se acerca conceptualmente al mundo del barroco. A lo largo de su trayectoria artística, ha abordado temas propios de la pintura costumbrista, como paisajes, representaciones de animales, bodegones o interiores, con la motivación de hacer que lo aparentemente familiar y cotidiano se convierta en inédito a ojos del público. Partiendo de un objeto visible, transforma su realidad objetiva en una nueva realidad que nace de la mirada y la conciencia de la artista.
La ventana y el espejo aborda principalmente el tema de la mirada; esa mirada voyeurista del observador que se perfila con mayor detalle en las obras: vistas desde el exterior a través de ventanas que muestran la privacidad del interior de una casa; arquitecturas, inspirándose en las casas construidas por Mies van der Rohe; o en la propia naturaleza, pintando jardines que se ven a través de cristales empañados sobre los que se ha dibujado con el dedo o se deslizan gotas de lluvia.
Kneffel incluye con cierta frecuencia, en sus obras más recientes, fotogramas de largometrajes del cineasta Alfred Hitchcock, entre los que figuran The Man Who Knew Too Much, Sabotage o Torn Curtain. Inspirada por Hitchcock, la artista presenta una serie de seis cuadros en los que logra crear una atmósfera inquietante enmarcada en la zona del Ruhr, donde vivió su infancia.
La exposición, también incluye una revisión de otros dos grandes temas de su trabajo: las pinturas de fruta y las pinturas de fuego. Bajo este último epígrafe se cobija la pieza más antigua de la exposición, que data de 1996.