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Francesco Tristano
Fecha: 28/10/2015
Horario: 20:30

Francesco Tristano, en Santiago de Compostela

Francesco Tristano, en Santiago de Compostela.

“Sr. Gershwin: la música es la música”, esta frase de Alban Berg que habla de la música como un lenguaje universal, único e indivisible, podría resumir el ideal estético y musical de Francesco Tristano, singular intérprete, director y compositor, amante de Bach y del techno, que no deja a nadie indiferente con su particular, creativa y original manera de entender el diseño de un programa de concierto o de una grabación discográfica. Francesco Tristano no entiende de fronteras entre cualesquiera estilos musicales que combina, sin ningún tipo de reparo ni complejo, en sus programas. Música es música… comenzando por un saludo techno de su autoría, el pianista luxemburgués ha seleccionado piezas de autores de referencia como Berio, Cage o Ligeti, un estreno absoluto de un investigador del sonido como Justin Messina y piezas propias que sonarán como un todo en sus manos.

FRANCESCO TRISTANO piano

“Sr. Gershwin: la música es la música”, con esta frase (París, 1928) que habla de la música como un lenguaje universal, único e indivisible, tranquilizaba Alban Berg a un George Gershwin que estaba intentando encontrar un lenguaje erudito y complejo que pudiera ser compatible con su carrera como compositor de éxito en los musicales de Broadway. Con toda seguridad, Francesco Tristano haría suya la frase de Alban Berg, y las aspiraciones de Gershwin de trabajar simultáneamente entre la música clásica y la contemporánea. A lo largo de un año de trabajo, sus compromisos pueden llevarle a lugares diametralmente diferentes entre sí: una prestigiosa sala de conciertos internacional o un festival de música electrónica, un club techno de dimensiones reducidas o el circuito europeo de música de cámara. En esos ambientes, la música también puede ser muy diferente: una suite de Bach tocada en un piano Yamaha –el fabricante predilecto de Francesco Tristano– o una improvisación dance inspirada en el lenguaje de los maestros de Detroit, generada con software y caja de ritmos. Sus grabaciones discográficas ocupan también un espectro amplio y para Deutsche Grammophon ha elaborado programas a partir de música de John Cage y J. S. Bach (Bach/Cage, 2011), Dietrich Buxtehude y Bach otra vez (Long Walk, 2012) y Ravel, Rimski-Korsakov e Stravinski en Scandale (2014), pero en el sello Infiné, referencia internacional del techno, ha desarrollado una música propia en la que prima la sensación de espacio, la experimentación rítmica y la abstracción de la textura.

Puede parecer un método de trabajo contradictorio, pero la música es la música, nunca de manera caprichosa o por azar: hay una línea recta –aunque sea tenue– que conecta las dos pasiones fundamentales de Francesco Tristano, Bach y el techno. En su obra para teclado, Johann Sebastian Bach experimentó con formas populares, con ritmos de danza, refinados a partir de los fundamentos del lenguaje tonal que se ordenó a partir de obras como El clave bien temperado; música que, como el techno, se desenvuelve con energía y de manera directa, con un tempo rígido e intenso, hacia un objetivo final, con una resolución concisa. Mientras realizaba sus estudios en la Juilliard School de Nueva York, Francesco Tristano comenzó a sentar las bases de su trabajo de intérprete a partir de Bach: formó un ensemble con otros alumnos de la escuela, The New Bach Players, y, mientras durante el día estudiaba piano para pulir una técnica precisa a la vez que lírica, por las noches descubría el house y el techno en los clubes de la ciudad, en particular el Twilo, donde por aquel entonces pinchaba Danny Tenaglia. La exuberancia armónica, la riqueza melódica, el pulso rítmico de esa música electrónica de baile organizó un nuevo orden de las ideas en su cabeza: no sólo era emotiva y vibrante por sí misma, sino una extensión en el tiempo –un salto cuántico– de las formas barrocas que adoraba, transportadas hasta el umbral del siglo XXI.

En su primer disco en solitario, Not for piano (Infiné, 2007), tocaba piezas propias y versiones para teclado de himnos de Detroit como The Bells (Jeff Mills) o Strings of Life (Derrick May). En Auricle Bio On (2008) decidió que el piano en sí tenía que ser un instrumento para el techno, utilizándolo a la vez como sampler y sintetizador: cada nota estaba procesada para que tuviera una textura sintética y una descomposición espectral que tanto remitía a la primera música electroacústica como al techno-dub berlinés de principios de los años 90 (Moritz von Oswald, uno de los dos componentes de Basic Channel produjo el disco). En Idiosynkrasia (2010) lograba finalmente la síntesis de sus dos aspiraciones del lenguaje: virtuosismo en la digitación y en la programación, el piano como un instrumento productor de texturas inesperadas amplificado por la conexión con el soporte informático. Lo que él identifica como el ‘Piano 2.0’, la expansión de la técnica pianística en la era digital.

En paralelo, ha desarrollado una carrera de concertista, fundamentalmente en solitario y actuando por todo el mundo con un repertorio a caballo entre el barroco (Bach, sobre todo, pero también Buxtehude) y la música del siglo XX. En su afán exploratorio, Francesco Tristano está actualmente en un momento de expansión. Su conocimiento del techno aumenta día a día, y una vez finalizado su proyecto Aufgang (para dos pianos y percusión electrónica, con una fuerte carga deep house), sus futuros movimientos le tienen que llevar a relanzar su vena techno. A la vez, como intérprete de lenguajes clásicos, ha ampliado su repertorio con el romanticismo tardío y el modernismo a la francesa con el programa de Scandale, un disco de reducciones para dos pianos que comparte con Alice Sara Ott de ballets creados por Stravinski (La consagración de la primavera), Rimski-Korsakov (Sheherezade) y Ravel (La Valse): un disco de baile al estilo fin de siècle que se completa con una pieza propia, A soft shell groove, que recuerda a Derrick May y que simboliza otra forma de baile, también fin de siècle (del XX), en forma de techno pianístico, elegante y adornado. ¿El futuro? El futuro será igualmente exploratorio, pero una cosa es cierta: Francesco Tristano no se detendrá hasta haber aprendido y grabado todo el repertorio para teclado de Bach. Porque la música es la música, cierto es, pero también hay dentro de esa música una parte que conecta de manera más inmediata con lo sublime y lo inefable.