Charlie Adlard (Shrewsbury, Inglaterra; 1966)
Cursó estudios de Cine y vídeo en el Maidstone Art College, y tras un periodo formativo de tres años que derivó en una Licenciatura, puso rumbo a Londres para tratar de hacerse un hueco en el sector audiovisual. Desencantado por la dificultad de semejante empresa, se centró en su faceta como baterista en una banda de rock; y meses más tarde, regresó a su ciudad natal para retomar una de sus grandes pasiones: la historieta, medio que ya había abordado con la primeriza Biggles Bear.
Empeñado en encontrar su lugar en la industria del cómic, invirtió dos años en preparar un portafolio completo, alcanzando resultados más que positivos. Así, dio sus primeros pasos como profesional a través de la cabecera británica Judge Dredd: The Magazine, “hermana” de la mítica 2000 AD donde destacó con su trabajo al frente de Armitage y Treasure Steel. Tras encargarse de la serie limitada Dances with Demons para Marvel UK, inició un periodo caracterizado por su recurrente colaboración con editoriales americanas, dibujando títulos como Black Orchid Annual, Marvel Comics Presents o Good Guys; y por lo que al sello Topps se refiere, puso su talento al servicio de la miniserie Mars Attacks! —basada en la película dirigida en 1996 por Tim Burton— y en The X-Files, adaptación al cómic de la mítica serie de televisión Expediente-X. Pero también tuvo tiempo para encargarse del apartado gráfico de Playing the game, obra escrita por la ganadora del Premio Nobel de Literatura Doris Lessing.
Con posterioridad, Adlard encadenó diferentes proyectos para Acclaim, Marvel Comics y DC Comics: desde Shadowman, hasta X-Men, pasando por Superman o Astronauts in trouble, alabada serie publicada por AiT/Planet Lar. Con el cambio de siglo, su ritmo de publicación no decayó, engrosando su bibliografía con Blair Witch: Dark Testaments, Codeflesh, y múltiples aportaciones a cabeceras relacionadas con los personajes más icónicos del noveno arte: Los Cuatro Fantásticos, La Patrulla-X, Spiderman, Green Arrow, Green Lantern y Batman, entre muchos otros. Pero probablemente esta etapa será recordada por su labor al frente de dos colecciones del sello WildStorm: “The Authority” y “The Establishment”.
Fue en 2004 cuando se produjo el punto de inflexión más significativo de su carrera: por aquel entonces, Tony Moore abandonó su puesto como dibujante regular de “Los muertos vivientes”, dando paso a una fructífera colaboración entre Adlard y el guionista Robert Kirkman. Transcurrida una década, la serie —donde el dibujante saca a relucir su dominio del claroscuro— sigue en plena forma, potenciada por el éxito de la adaptación televisiva impulsada por el canal norteamericano AMC. Un reconocimiento también traducido en nominaciones a galardones tan prestigiosos como los Premios Eisner, Harvey, Eagle, Stan Lee, o los del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, que en 2011 conquistaron en la categoría de Mejor Obra Extranjera.
Más allá del fenómeno zombi, Adlard ha logrado encontrar tiempo en su apretada agenda para participar en otros proyectos, como Savage, “El aliento del Wendigo” o la recientemente reeditada “La muerte blanca”.
Marcos Martín (Barcelona, 1972)
Interesado desde una edad muy temprana en contar sus propias historias, pronto se decantó por la historieta como el medio idóneo para ello. Lector de cómics empedernido, a la hora completar su formación académica optó por cursar la Licenciatura de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, con vistas a ampliar sus miras “y experimentar con otro tipo de técnicas”.
Sus primeros encargos se desarrollaron dentro de nuestras fronteras, realizando ilustraciones y portadas para las ediciones españolas de Marvel Comics, por aquel entonces publicadas por Planeta DeAgostini; y aunque a punto estuvieron de ver la luz un par de proyectos auspiciados por la línea Laberinto de la editorial, finalmente el cierre de dicho sello truncó sus expectativas. Ante la dificultad de abrirse paso en la casi inexistente industria española, Martín centró sus miras en el mercado americano, cuna de sus principales influencias culturales; y armado con un sólido portafolios, aprovechó una estancia de tres meses en Nueva York para presentarse ante los grandes gigantes editoriales: Marvel Comics y DC Comics. Semejante talento no pasó desapercibido, asumiendo sus primeros fill-ins en cabeceras como The Batman Chronicles, JSA, Robin, Birds of Prey, y en series limitadas como Robin: Año uno y Joker: Last Laugh.
Pero los encargos con los que comenzó a ganar mayor notoriedad fueron “Batgirl: Año uno” y “Breach”: la primera, serie limitada escrita por Chuck Dixon y Scott Beatty, la segunda guionizada por Bob Harras; y ambas, coloreadas por Javier Rodríguez. Tras dejar constancia de su clase y dominio narrativo en ambos proyectos, en 2006 comenzó a colaborar de forma recurrente con Marvel Comics, de modo que a un par de encargos menores le siguió la miniserie “Doctor Extraño: El Juramento”, obra de gran importancia no solo por su indudable calidad, sino también por propiciar el reencuentro con el guionista Brian K. Vaughan, junto al que había trabajado en una historia corta del Caballero Oscuro (Batman: Gotham City Secret Files and Origins núm. 1) Probada su valía en La Casa de las Ideas, llegó un encargo de primerísimo nivel: “El Asombroso Spiderman”, colección en la que ha brillado con luz propia hasta convertirse en uno de los autores más reputados del mercado americano. No solo como dibujante de páginas interiores —colaborando con guionistas como Dan Slott, Mark Waid o el mismísimo Stan Lee—, sino también como portadista, destacando por su elegancia y originalidad compositiva.
Tras su paso por la colección protagonizada por el trepamuros, coincidió con Mark Waid y Paolo Rivera en el exitoso relanzamiento de “Daredevil”, serie convertida en gran triunfadora de los prestigiosos Premios Eisner, que en su edición de 2012 reconocieron el trabajo del equipo creativo con un galardón en la categoría de Mejor Serie Regular y dos nominación al propio Martín como Mejor Portadista y Mejor Dibujante.
Finalizado su contrato en exclusiva con Marvel Comics, se embarcó en una nueva aventura, fundando su propia editorial online junto a Brian K. Vaughan. Juntos, aprovecharon dicha plataforma digital —que parte de la premisa de que el importe pagado por cada cómic depende de la voluntad del lector— para lanzar el proyecto de creación propia “The Private Eye”, en el que también colabora la colorista Muntsa Vicente. Una aclamada colección que, a medio camino entre la ciencia ficción y el género negro, reflexiona las implicaciones de un futuro cercano en el que Internet ha desaparecido.
Javier Rodríguez (Oviedo, 1972)
Beneficiado por la afición de su padre al medio, desde su infancia estuvo expuesto a topo tipo de cómics: desde las lecturas superheroicas por las que se decantó en primera instancia, hasta el material de Richard Corben o Will Eisner publicado por la editorial Toutain, pasando por Milo Manara, Nazario o Wally Wood, entre muchos otros.
Desde un primer momento sintió la necesidad de dibujar historietas, presentándose a diversos concursos y participando en varios fanzines; una etapa primeriza que ya obtuvo reconocimiento con un accésit en la Semana Negra de Gijón. Formado en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, se convirtió en uno de los fundadores del fanzine “Froilán” junto a Germán García, Marco Recuero, Arturo Arias y Fran Pérez; una publicación donde vio la luz “Panowsky”, a la postre su proyecto de fin de carrera.
En la autoedición encontró el modo perfecto de canalizar su ansia creativa, destacando “Anselmo Ensombras” y muy especialmente “Love Gun”, miniserie de ambientación futurista y crítica social que, reeditada por UnderCómic, le valió una nominación en la categoría de Autor Revelación en los Premios del Salón Internacional del Cómic de Barcelona de 1998. A partir de 1997 se convirtió en colaborador habitual de la revista El Víbora, donde durante un lustro creó series como “Paraíso Punk Rock Bar”, “Comprobando la realidad”, con guiones de Mauro Entrialgo, y “Tenebro”. Obras en las que se aprecia la influencia de autores como los Hermanos Hernández o Jamie Hewlett, y de otra de sus grandes pasiones: la música.
Pero más allá de sus colaboraciones para con la mentada publicación, comenzó a participar en historias editadas en formato álbum: primero la costumbrista “Wake up”, como autor completo, y posteriormente “Miedo”, escrita por David Muñoz y Antonio Trashorras. Tras desarrollar la serie “Crononautas” para Mister K —revista infantil de El Jueves—, aprovechó la oportunidad de desembarcar en el mercado francobelga: escrita por Delphine Rieu y publicada por Les Humanoïdes en formato manga, “Lolita HR” se centraba en una joven y rebelde estrella de rock; una prometedora historia de ciencia ficción que sin embargo se vio lastrada por problemas de la editorial gala.
De forma paralela a su carrera como dibujante, comenzó a desempeñar tareas de colorista en títulos como “Batgirl: Año uno”, “Breach” o “Blanco Humano”: colecciones de DC Comics donde coincidió con amigos como Marcos Martín o Javier Pulido. Con resultados notables, pronto recibió encargos de Marvel Comics, retomando la colaboración con Martín en “Doctor Extraño: El Juramento”, encargándose de colorear a dibujantes de la talla de Alan Davis, y participando en colecciones como la multipremiada “Daredevil”, donde coincidió con Mark Waid, el propio Marcos Martín, Paolo Rivera y Chris Samnee. Colorista sobresaliente, por suerte contó con un editor —Stephen Wacker— que supo apreciar su calidad como dibujante, de modo que de un tiempo a esta parte ha dibujado diferentes fill-ins de “Daredevil” e historias publicadas en cabeceras del Hombre Araña como “The Amazing Spider-Man” o “Superior Spider-Man”.