El gran genio de Figueres vuelve a nuestras salas con una exposición única: Salvador Dalí, contador de historias. Visita hasta el 1 de mayo en la Sede Afundación de Santiago de Compostela los fantásticos grabados de Salvador Dalí que recrean a los grandes clásicos literarios internacionales como Pantagruel o El Quijote.
Horario. Lunes a domingo de 12.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 h.
Entrada gratuita.
Infórmate de las visitas comentadas y talleres infantiles.
Visitas guiadas de asistencia libre todos los jueves a las 19.30h.
SALVADOR DALÍ, CONTADOR DE HISTORIAS
Una de las facetas más desconocidas de Salvador Dalí (Figueres, 1904-1989) es la de grabador. Al igual que en la pintura, Dalí plasmó en el arte gráfico su personal iconografía, dejando en sus estampas una obsesión por los detalles. Las imágenes que nos ofrece en esta exposición explican la comedia humana, el comportamiento ridículo, pero no menos real, del hombre en el mundo y en la historia.
Conforman la exposición setenta y dos grabados y estampas, pertenecientes a los llamados Ciclos literarios de Dalí, en los que el artista copió y recreó obras literarias universales aportándoles su particular visión e interpretación.
Les songes drolatiques de Pantagruel, 1973
En esta serie de veinticinco litografías Dalí recrea las ilustraciones que François Desprez realizó sobre el ciclo Pantagruel de François Rabelais para la edición que en 1565 publicó Richard Breton en París.
Mirar las ilustraciones de Dalí sobre la afamada obra de François Rabelais supone un esfuerzo intelectual que nos lleva y obliga, en primer lugar, a considerar el llamado Pantagruel con la finalidad y propósito con los que fue escrito en el siglo XVI. Y es que los libros de Rabelais son más que novelas de entretenimiento, constituyen una sátira feroz contra las instituciones más respetadas de su tiempo, todo ello a través de un aire despreocupado, reflejo de su manera personal de entender la vida y de comportarse en ella.
Son estas fantasías ilustradas las que nos transportan a la comedia de la vida, pero a una comedia poco divina por ser plenamente humana. Y así, estas imágenes se convierten en caprichos del autor, en una estética muy personalizada que traduce el artista y en la que quiere manifestar un espíritu propio e individual que, si bien Rabelais lo propone en su literatura satírica, ahora en la estampa, Dalí quiere definir por esperpentos visuales.
Le bestiaire de La Fontaine dalinisé, 1974
Las doce fábulas que nos presenta Salvador Dalí, siguiendo a Jean de La Fontaine, toman por lo general su fuente en el siempre citado Esopo. En su catalogación, presentamos el título de cada una de ellas, consideramos su fuente y proponemos la consecuencia moral que se deriva como sentencia.
La serie comienza con un retrato del fabulista francés, donde el artista catalán toma como modelo la pintura de Hyacinthe Rigaud que fuera grabada por Ferdinand Delannoy. Hemos de reparar en la figura que más influyó en el maestro catalán para la construcción de estas creaciones. Al igual que François Desprez para Pantagruel, aparece en este caso el grabador francés Jean Grandville (1803-1847), cuyas láminas para las fábulas de La Fontaine las conocemos en la edición del año 1855.
Jean Grandville es un artista que a través de sus imágenes establece una crítica social y política a la monarquía, toda una sátira donde se da salida a elementos oníricos e irreales. No extraña que la obra grabada de Grandville fuera muy valorada por los surrealistas y, entre ellos, por Salvador Dalí, pues cinco de sus doce láminas presentan una singular correspondencia. En Dalí llama la atención la ruptura del canon, la proporcionalidad y la exageración de las extremidades en sus figuras. En este aspecto, se presenta como un gran maestro del dibujo, como claro manierista donde la visión personal domina y supera la recreación fenoménica o meramente natural.
El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha de Miguel de Cervantes, 1957-1958
Las estampas que se presentan forman parte de la publicación de Buenos Aires por la editorial Emecé (1957-1958) que fuera titulada El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha. El primer volumen de esta edición fue ilustrado por Salvador Dalí con diez láminas en acuarela a color estampadas en offset y treinta dibujos en blanco y negro con proceso fotomecánico. Conviene precisar que, con anterioridad, estas láminas fueron publicadas en una edición de Random House (Nueva York, 1946) con el título El Quixote y con las ilustraciones presentadas a doble página.
Dalí conocía sobradamente diferentes fuentes ilustradas sobre el Quijote, pues sus planteamientos en la composición suponen una interpretación personal de detalles y figuras ya establecidas con anterioridad. Si bien la fuente gráfica no es tan directa como en su Pantagruel, se deducen con claridad invenciones ya establecidas en el tiempo. Dalí dibuja un héroe dinámico que plasma en muchos casos solo con su figura, sin artificios ni motivos de fondo. Sus estampas están llenas de expresividad, contrastando la imagen austera y alargada del Quijote con las corpulentas y voluminosas figuras del resto de personajes.