El Hijo de la Novia, en A Coruña.
Rafael no está conforme con la vida que lleva: no puede conectar con sus cosas ni con la gente, nunca tiene tiempo, se aferra al zapping televisivo y se consuela con viejos capítulos de su serie preferida: “El Zorro”. Pero él ya no se parece en nada a su héroe de ficción. Ya no puede jugar a ponerse la capa negra, el antifaz y tener una identidad oculta. Su realidad es mucho más compleja. Rafael, inmerso en una terrible crisis económica y de valores (algo por desgracia absolutamente de actualidad), dedica 24 horas al día a sacar adelante el restaurante fundado por su padre. Está divorciado, ve muy poco a su hija, no tiene amigos y elude comprometerse con su novia. Además, desde hace mucho tiempo no visita a su madre, internada en un geriátrico con Alzheimer.
Por todo ello, Rafael siente que no alcanza las expectativas de nada ni de nadie y ya sólo aspira a que le dejen en paz. Pero una serie de acontecimientos inesperados le desequilibra: una cadena internacional de restaurantes se propone absorber el suyo, sufre un ataque al corazón que está a punto de acabar con su vida, su actual relación de pareja está a punto de la ruptura, y para colmo su padre se empeña contra viento y marea en cumplir el viejo sueño de su madre: casarse por la Iglesia (a pesar de la oposición de la propia Iglesia). Pero Rafael se reencontrará con un viejo amigo de la infancia que, a pesar de cargar con una tragedia personal, le ayudará de una manera muy particular a reconstruir su pasado y recuperar su presente. A evaluar de nuevo su vida y ordenar sus prioridades. La historia de amor de sus padres y la aparición de su amigo, cosas ambas que en principio vive como un problema, acabarán siendo el revulsivo para volver a hacerse con el timón de su vida.