El Sireno es quizá el monumento favorito de los vigueses debido, entre otras cosas, a su impresionante factura y a su elevadísimo pedestal sobre el que se sitúa la estatua. Esta obra del escultor gallego Francisco Leiro, situada en la Porta do Sol, es uno de los símbolos del Vigo moderno. La escultura, instalada en 1991, representa a un personaje imaginario, un híbrido de pez y hombre.