Fausto Isorna. El cielo de las ilusiones y otros collages en Vigo.
Después de ser vista en la santiaguesa Fundación Granell, esta exposición recala ahora en Vigo, en la sede de la Fundación Laxeiro, donde se podrá visitar hasta finales de septiembre.
La exposición, entendida como una selección de su vasta producción con esta técnica, la mayor parte de ella para ser incluida en libros y libro-cd’s, hace un recorrido por los últimos veinte años de trayectoria del artista, por lo que, de algún modo, tiene un enfoque de revisión de un trabajo que, a pesar de haber sido realizado en los años noventa y en las dos décadas del siglo XXI, tiene un evidente sabor a la estética de los años ochenta, posiblemente porque es en esa década en la que Fausto se forma como diseñador gráfico.
Los trabajos que presenta -realizados sin intervención digital, de forma manual- recrean ambientes oníricos, muy en consonancia con la tradición surrealista, no exentos, sin embargo, de una cierta estética pop, debido a la utilización de imágenes sacadas de revistas y demás publicaciones de la cultura de masas, pero obviando cualquier referencia a la cultura de consumo.
El resultado tiene un alto grado de narratividad que, mediante la utilización magistral de la metáfora visual, nos sumerge en mundos imaginarios y misteriosos, surgidos -como dice Manolo Figueiras- del interior del artista y, por extensión, del interior de todos nosotros: Sus seres no son de los que llegan desde el espacio exterior; son de los que vienen del interior: surgen del fondo de los sueños, del lugar en el que germinan los mejores y los peores deseos. ¿Por qué nos atraen tanto como nos intranquilizan? Pues porque allí hay algo de nosotros mismos [...][1]
Esta narratividad, más allá de tener que ver con la finalidad de las obras –la mayoría hechas para ilustrar un texto- está relacionada con la formación visual y el trabajo de Fausto que, además de creador de collages, es diseñador gráfico y autor de banda diseñada y, por tanto, está muy familiarizado con una forma de comunicación sintética que en estos trabajos está muy presente. A diferencia con el diseño y la historieta habría que buscarla quizás en la potencia visual de cada pieza, muchas de ellas barrocas y voluptuosas, que nos pueden hacer pensar, además de en artistas plásticos como R. Magritte, en cineastas como David Lynch, un autor con una estética my anclada también en los años ochenta.
En el dominio de registros diversos de nuestro bagaje visual, puestos al servicio de un cierto inconsciente colectivo es donde encontramos una familiaridad iconográfica y narrativa que, sin embargo, se visualiza mediante una evidente sensación de extrañamiento, provocada por la yuxtaposición de códigos que Fausto siempre lleva al terreno del misterio.