Cinema no xardín: Recreations no Liceo Mutante
El niño nos lleva hasta los reinos de lo pequeño, acude a nuestra propia infancia dormida, nos mete por el sendero más estrecho (…) y nos da la medida de nuestro exilio, porque él sí pertenece a los cielos viajeros, a la luz del día, al estallido de la hora, y nosotros ya no. Nosotros nos hemos distanciado con el pensamiento, la reflexión, la impaciencia y el orden2.
Récréations es vida y es ficción, escenificada por aventureros de cuatro primaveras y cinco palmos, con rostro angelical e imaginación endiablada; narices diminutas, rodillas desnudas y manos de barro llenas de barro. El teatro de sus ensoñaciones es un patio de recreo, el sitio de su recreo, donde las peluquerías se transforman en cárceles en un parpadeo. “Un lugar filosófico, abstracto, experimental”, acierta Claire Simon, el topo en territorio comanche, la agente doble que sucumbe al síndrome de Estocolmo. Al inicio, los nativos tantean a la intrusa. A continuación, la someten a un pacto de honor, una prueba de fuego que pone en jaque su triple rol de adulta, madre y cineasta: dos agitadores se confabulan para castigar a un tercero, ante la mirada de laforastera. Los atacantes lo patean, miran a la cámara entrometida y vuelven a patearle. La víctima berrea desesperada, mira a la cámara, y continúa llorando. Los agresores quieren asegurarse de la honradez de la extraña fisgona. Lo patean de nuevo, miran de nuevo a la cámara y sueltan una última coz. Finaliza el rito de iniciación: la intrusa ha demostrado ser uno de los nuestros (o, al menos, no ser uno de Ellos). Claire Simon es bienvenida a la tribu, a la manada, a la colmena. Desciende su cámara hasta un metro sobre el suelo, a la altura de la mirada de sus nuevos compañeros. ¡Todo se ve tan grande desde allá abajo! Comienza su desafío:
Nada más difícil que mirar a un niño. Nada más difícil que mirar con los ojos de niño. Nada más difícil que sostener la mirada de un niño. Nada más difícil que estar a la altura de esa mirada.