Propuestas para una colección III: Personajes Continuando un proyecto que se inicio en el año 98 con la primera exposición de esta serie y que dio lugar a un nueva en el año 2011, en esta ocasión, hemos querido dar un paso más y mostrar cómo se puede iniciar una colección en la que haya un tema que da unidad a todo el conjunto, aunque seguimos escogiendo obras realizadas por artistas que han participado en exposiciones en la galería. Llegamos así al subtítulo “Personajes”, que define muy bien a cada uno de los seres, ya sean humanos, animales o de cualquier otro tipo, que aparecen en las obras. Los personajes son una ficción que existe dentro del universo de la obra.
En esta exposición podremos ver los personajes llenos de imaginación de Pedro Proença, que nos dejan entrar en su mundo bucólico y lleno de fantasía… Dibujos en los que recrea un mundo literario, de ficción, renacentista y alegórico. Podríamos utilizar casi la misma definición para los personajes de las obras de Ramiro Fernández Saus que están cargados de referencias literarias, románticas y de aventuras marineras que nos devuelven al romanticismo. Como románticos y poéticos son los collages de Ángel Bofarull con sus personajes y su repertorio de imágenes sacadas de otras épocas evocando el pasado. Al pasado hacen referencia también los papeles de las obras de Tamara Feijoo, rescatados de viejas librerías o cuadernos abandonados que por si solos tienen el encanto que les confiere su fragilidad, su deterioro y que encierran en ellos una historia.
En cambio, en este caso, los personajes de la obra son autorretratos mezclados con dibujos suyos imitando carteles de épocas pasadas. Los personajes de Efraín Almeida son también autorretratos. Ahonda con ellos en los dos conceptos principales en sus obras: el de la diferencia y repetición. La repetición y el movimiento repetitivo también es esencial en la forma de trabajar de Antón Cabaleiro. Después ese trabajo es modificado con programas de edición de imágenes, dando lugar, tanto a impresiones fotográficas como en este caso, a dibujos o instalaciones audiovisuales. El personaje representado pertenece a la serie Paradox Clowns. Como sacadas del mundo del espectáculo también parecen las esculturas de Iván Prieto, con cierto realismo y extraños atuendos, que poco a poco, se van cosificando y acaban transformadas en objetos.
Los seres que habitan en las pinturas de Starky Brines, es imposible definirlos, no sabemos si son, animales con rasgos y cualidades humanas o si son justamente lo contrario. Con su habitual desenfado plástico, despliega su mundo donde el humor, la burla y el sarcasmo o la caricatura, le valen para contextualizar el universo de sus pequeños monstruos humanos. Al revisar el trabajo de Ángel Mateo Charris y Gonzalo Sicre, Hopper es una referencia obligada de como sitúan las figuras en la imagen, la actitud de búsqueda de las mismas, el diálogo, espera y contemplación. Composiciones ordenadas en reposo y silencio que producen una quietud cercana al misterio, jugando con la ironía y el concepto, pero aún más con la evocación poética o literaria…
Provocan una impresión inquietante de tiempo detenido. Juan Cuellar en este caso presenta obras en las que aparece el icono popular de Mickey Mouse, utilizado a modo de icono del ciudadano universal, democrático, industrializado e imperial que transita por un mundo que no es el nuestro. Los personajes de las obras de Salvador Cidrás son figuras humanas jóvenes que se comunican a través de la marca, como fórmulas alternativas de conducta y consumo. Sus obras están relacionadas con la imagen y la construcción de modas culturales alternativas. En cambio en la obra de Vicente Blanco, hay un tema que desarrolla habitualmente que es la búsqueda de una identidad propia en un mundo dominado por la cultura de masas. En este caso los dibujos representan unos personajes de animación con referencias de cinematográficas. Dentro de las obras más realistas con las que nos podríamos sentir identificados y en las que vemos imágenes de la vida cotidiana encontramos las obras de Ignacio Burgos y Manuel Velasco.El primero capta y observa instantes de los países por los que viaja, plasmándolos después en sus pinturas. Y el segundo detiene instantes dando la sensación de que se trata de fotografías desenfocadas.