El grupo de teatro del Colectivo Cultural Ollomao representa ¡Oé, Oé, Oé! el viernes 20 de marzo de 2015 en el Auditorio Gustavo Freire de Lugo.
Por fin el fútbol a escena. El teatro español sale de su ambiente mohoso, salva absurdas desconfianzas y analiza los orines de esta sociedad perpleja.
Desde el templo frívolo que es todo estadio de fútbol y a partir de tres personajes que confunden lo importante con el secundario, Maxi Rodríguez pone toda su intuición crítica al servicio de una obra refrescante. El autor saca el teatro a la calle para reflexionar sobre lo que nos está pasando. Si elige el fútbol como excusa es porque sabe que la pasión desnuda al hombre, lo confiesa, y si sus conclusiones son demoledoras es porque la actualidad no da para más.
Veranio, Toñito y Amancio son personajes familiares, grotescos y tiernos que llegan irremediablemente al fondo de las cosas. El tres quieren escapar de una realidad frustrante y entierran su amargura en el fútbol, posiblemente porque ya no creen en nada, ni sienten representados por nadie. El fútbol que es un buen pretexto para escaparle a lo serio, se convierte así en algo esencial para aquellos que empiezan perdiendo la esperanza y terminan perdiendo el rumbo. Dentro de esa lógica perversa, la televisión, responsable de un triste proceso de idiotización, acaba siendo el único dios que le da sentido a sus vidas.
¡"Oé, oé, oé!" convida su título a un júbilo mentiroso; la obra entera está salpicada de un humor que de entrada hace cosquillas pero de salida araña. No hay mucho tiempo Vitorio Gassman declaró que "el teatro es como un partido, porque es liberatorio, hace sudar y regala felicidad erótica"; desde el lado contrario yo siempre creí que todo partido es como una obra de teatro en la que nadie sabe dónde está el nudo. Más aun, frases como "el futbolista es un actor sin libreto", "cada gol cierra un acto" o el "miedo escénico" no soy más que intentos adolescentes de emparentar dos espectáculos que merecen entenderse. Maxi Rodríguez manda otro mensaje de conciliación, ni siquiera importa el fondo crítico.
La cultura desciende al mundo del fútbol para relacionarse con lo popular, para conocer a la gente corriente, para reflexionar sobre (y desde) nuestra pasión más cotidiana. Por fin el fútbol sube la escena: Oé, oé, oé!