Exposición: Barriga verde, de feria en feria, en el Museo Provincial de Lugo.
Desde hace siglos, y hasta la década de 1960, numerosos artistas recorrieron los caminos para llevar sus espectáculos por las villas y aldeas gallegas, aprovechando la celebración de una fiesta o buscando el calor de una taberna o un pajar. Verdaderas estirpes de titiriteiros que transmitían los secretos de la profesión de generación en generación llenaban de luz los rostros de las gentes que aguardaban todo el año para contemplar las travesuras de los héroes cómicos del teatro de marionetas de guante y otros números de acrobacias, equilibrismo o funambulismo ... Eso que dio en llamarse "varietés" y que desfallecería tras la llegada del cine. El último representante de esta tradición en Galicia fue Barriga Verde, muñeco y marionetista a un tiempo, cuya memoria permanece aun indeleble, en muchas y muchos lucenses que acudían a su cita fiel con el San Froilán. Esta exposición, encuadrada en el "Proyecto Barriga Verde" de la Asociación Cultural Morreu o Demo, pretende rescatar el héroe gallego de cachaporra de su injusto ostracismo.
El escenario
Espacio de intercambio económico mas también de comunicación, las ferias jugaron un rol fundamental en la sociedad tradicional gallega. En ellas se daban cita gentes llegadas de lejos, que ganaban la vida ofertando sus artes
espacio de transacciones mercantiles del de ocio.
A "parentela"
El héroe gallego nació a principios del s. XX, mas forma parte de una estirpe que si prolonga más allá de la Prehistoria. Porén, sus rasgos más característicos débelolos al personaje napolitano de Pulcinella y a toda su descendencia, que se expandiría por Europa a partir del s. XVII.
El espectáculo
Le debemos a la familia Silvent la popularización, en la primera mitad del siglo XX, del personaje de Barriga Verde, digno heredeiro de Dom Roberto y de los cristovos de los bululús gallegos. Comenzando por un saco de muñecos al lomo y una sábana colgada en cualquier esquina, el espectáculo llegaría a representarse en un pabellón de madera que tenía que realizar numerosos pases en cada feria en la que recalaba. Pocos lugares de Galicia quedaron sin recibir la visita de este espectáculo, tanto en la versión de
feria como en la de salón, en la que además de los muñecos los Silvent proyectaban filmes y organizaban bailes.