Quizá ya no sea necesario reproducir todos los elogios que Akinmusire ha recibido de la crítica especializada, ni recordar que la más prestigiosa de esas publicaciones, Downbeat, le distinguió como trompetista del año en 2012. No, ahora es el momento de proclamarle sin miramientos como el trompetista más brillante y con más proyección que ha aparecido en la escena del jazz desde el desembarco de Roy Hargrove.
Sus padres ya lo presintieron cuando de pequeño no podía reprimir el impulso de correr hacia el piano cada vez que entraban en la iglesia. La batería fue el segundo paso de su formación musical, pero ya empuñaba la trompeta cuando Steve Coleman se fijó en aquel jovencito, lo reclutó para las filas de su Five Elements y se lo llevó de gira por Europa.
El saxofonista fue el primero de una larga lista de artistas que han requerido sus servicios para sus respectivas grabaciones, y en la que se cuentan talentos tan dispares como Esperanza Spalding, Vince Mendoza, Alan Pasqua o Jack Dejohnette.
Con el respaldo de Blue Note desde su segundo trabajo como líder, el trompetista de Oakland propone un jazz poco condescendiente con lo convencional y cuyo referente podría ser aquel maravilloso segundo quinteto de Miles Davis. Con un pie en la tradición del bop y otra en la vanguardia, Akinmusire nos conduce por estructuras inteligentemente desdibujadas en las que desarrolla sin cortapisas una expresividad camaleónica y sólo reservada a los grandes: lírico, incisivo, abrupto, nostálgico, introspectivo… cualquier contradicción tiene cabida en su apasionante universo.