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Colmeiro
Fecha: 25/09/2012 a 29/06/2014
Horario: 01:00 a 01:00

Manuel Colmeiro. Pinacoteca Municipal Francisco Fernández del Riego


Manuel Colmeiro. Pinacoteca Municipal Francisco Fernández del Riego.

Manuel Colmeiro (Chapa, Silleda, 1901-Salvaterra de Miño, 1999) fue una figura fundamental de la pintura gallega. Desde los años veinte su trabajo se inserta en el movimiento renovador del arte gallego conocido como Os Novos. Su obra es deudora de la vanguardia internacional y crea una figuración inspirada en elementos de la tradición popular, atendiendo también a temas como el paisaje o a escenas de contenido social.

En sus primeras obras utiliza una paleta sobria, con figuras estáticas y cierto aire primitivista, en que se evita la individualización de las faces, dotando el cuadro de un aspecto escultórico; he ahí óleos como Vagón (1930). En este tiempo su obra evidencia su valor testimonial, tratando las figuras –anónimas y populares-, como Campesiña (1934), de un modo que las convierte en iconos por medio de las que el pintor proyecta su mirada comprometida sobre una sociedad en plena luchaa por su transformación.

Sus paisajes son básicamente humanizados, vividos desde la búsqueda de una identificación plena con el medio en el que se vive. Somete los motivos de la tradición de la pintura de paisaje gallego anterior (paisaje rural con labriegos) a un proceso de estilización (Faenas del campo, 1934), producto de la contemplación estética de la realidad, creando ritmos curvilíneos de contenido dinamista (Paisaxe, 1934). El pintor desenvuelve en varios núcleos temáticos iconos poderosos que reflejan su profundidad etnológica: labriegos en sus labores agrarias; maternidades como diosas-madre (Maternidade, 1939)... que esconden un sentido subterráneo e incluso dramático, modelos femeninos con ese carácter de emblemas de la mujer labriega que le permiten construir unos valores y referencias genéricas de matriz alegórica.

En el exilio, tras la Guerra Civil, Colmeiro construye un lenguaje pictórico de un fuerte lirismo, en la que la evocación del mundo gallego es una constante. El recuerdo y el sueño con la tierra distante pasan a un primer plano. Su pintura es una manera de reencuentro, pero también un modo de permanente análisis y depuración formal, que atañe un logrado equilibrio, como en Muller con floreiro (ca. 1956-60). La pintura madura de Colmeiro mantiene sus principios figurativos y los mismos motivos temáticos, que constituyen auténticas series, como es el caso de las “Panadeiras” y las “Romarías”. Le da una mayor primacía a los valores cromáticos y lumínicos y regresa a su paisaje natal y nutricia. Es una pintura que torna constantemente las fuentes más profundas de las sensaciones auténticas de la vida.