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Fecha: 13/03/2014 a 30/06/2014

Fermín Jiménez Landa, El Lago de los Cisnes

Fermín Jiménez Landa, El Lago de los Cisnes

En la sala suena El lago de los cisnes y no hay lago, el suelo está cubierto de papel de lija.

Un material abrasivo que no impide el movimiento pero lo convierte en algo raro. Lo que cambia es la textura del paso, del caminar, sin forma ni apenas color; un mosaico de distintos tonos de lija, del negro al ocre pasando por el verde oscuro.

Un artilugio, la lija, que viene de las artes útiles, de la ferretería de la esquina, de lo manual, lo que da forma o da textura al menos, pule, abrillanta.
Hay una posibilidad implícita de cambio formal pero no hay objetos que transformar.

El lago de los cisnes podría haber sido El Cascanueces o El Danubio azul pero había algo en el título mismo, en las palabras escogidas por Tchaikovski que ha llevado a Fermín a elegir este, a pesar de que lo que interesa aquí es el sonido. Hay un aspecto acentuadamente seco, áspero, que es muy poco lago y muy poco cisne.

Es el sonido que nos hace intuir un cuerpo en movimiento.

En El Lago de los cisnes no se enseña nada, ocurren cosas. Hay una dimensión temporal.

Es necesaria la presencia física de personas que se desplacen por el espacio, que anden.

Muchos de los trabajos de Fermín tienen que ver con el caminar y con la gravedad, con la simple física, que nos atrae al suelo y provoca el roce diario.