Teatro: Las Princesas Traviesas en Ourense

"Las princesas traviesas" es una obra basada en un cuento de Gloria Fuertes, un cuento ciertamente muy divertido. La música, es una adaptación de varios madrigales de Claudio Monteverdi (Italia, 1567-1643), interpretados por violín y arpa (pregrabados) y tenor (en directo). La obertura, no obstante, es una adaptación para los mismos instrumentos de la primera parte de la obertura de la ópera "Orfeo", considerada la primera ópera de la historia.
El argumento de la historia es como sigue: El rey Rosauro, serio, seco y arisco, y la reina Brunilda, tonta, mandona y autoritaria, tienen dos hijas, Florinda y Casilda. Las dos son tontas de remate, aunque no tanto como su madre. Se dedican a tocar el violín y el arpa (lo cual ha dado lugar a la selección interpretativa musical) además de hacer travesuras. Viven en un reino muy pobre debido a que no llueve y así no tienen chumberas, ni minas, ni olivares, ni nada. La reseca tierra de su reino sólo da boniatos, y bastante pequeños. El rey, Rosauro, destaca por su nulo historial bélico, pues durante su reinado no ha habido ni una sola guerra, quizá no tanto por su amor a la patria como por la falta de presupuesto. Las princesas están en edad casadera y sus padres quieren casarlas ya con nobles de alto linaje y así, de paso, librarse de ellas. Se ponen en contacto con príncipes de todo el mundo para que pasen por el castillo. Las princesas, por su parte, se limitan a soñar románticamente con sus “príncipes azules” que tienen perfiles francamente rocambolescos, así que el rey se pone en contacto con el mago, Berlina, para que le prepare un brebaje cuyo efecto cause el enamoramiento de las niñas y de sus pretendientes. El mago cumple con su cometido y logra que las princesas tomen un vaso de su brebaje para que se enamoren de los primeros mozos que encuentren por el camino. Empiezan a llegar los príncipes al castillo y las princesas, que huelen que algo podrido se mueve por allí, huyen de su hogar y terminan en la Plaza. Los dos primeros mozos que encuentran, un carbonero y un titiritero, caen rendidos a sus pies y las dos parejas se casan en el acto. Las princesas vuelven al castillo, ya casadas. El rey, en vez de alegrarse, empieza a tirarse locamente de los rulos de la barba (que le ha impuesto Casilda) mientras la reina, por la fuerte emoción, cae sobre su butaca, víctima de un patatús.